jueves, 10 de mayo de 2012

Proyecto Sonrisa

De unos meses aquí tengo un proyecto privado casi íntimo. No he hablado de él con nadie y aunque hace un tiempo que le doy vueltas a contarlo, por uno u otro motivo, no me decidía a ponerlo en palabras.
Es muy simple, sencillo y es posible que para algunos, absurdo. En mi mente y por el hábito de poner título a todo le he llamado Proyecto Sonrisa (sé que este nombre le gustará a Simplicisimus, su blog está aquí al lado, en blogs que sigo).  Este proyecto se hizo consciente, creo recordar, en el mes de noviembre. Aunque de forma indefinida estaba ahí, mostrándose poco a poco. Estoy convencida de que una sonrisa es terapéutica para el que la ofrece y para el que la recibe. Es gratis. No cuesta trabajo. Todos (o casi todos) tenemos los músculos necesarios para formarla. No necesitamos inversión inicial.
El proyecto es el siguiente: Sonrío. Sonrió a quien me cruzo por la calle, a quien me vende el pan, a la cajera de mercadona, al que me pide una moneda (si no me asusta, que alguno lo hace), al vendedor del cupón aunque no compre, a mis amigos, a mi familia.
Junto a la sonrisa, un saludo, una pregunta, un comentario. “Buenos días”, “¿Qué tal hoy?” “¡Qué frío!”. Poco a poco esas preguntas generales se han ido convirtiendo en particulares. Porque la gente responde, porque la gente me sonríe, me contesta y a su vez me pregunta. “¡Qué cara de cansada tienes hoy!” “¿Cómo ha ido el fin de semana?”, “Yo he estado fuera”, “Cuando te enteres de algún taller, me avisas, que tengo un amigo a quien quiero regalárselo”.
El proyecto no consiste en hacer amigos, aunque puede ser una consecuencia secundaria de él, nada desdeñable en cualquier tiempo y lugar. Básicamente el proyecto consiste en tomar nota del otro. Ser consciente de que están ahí. De que tienen problemas, viven como yo inmersos en la crisis, que viven con una enfermedad, que sufren por amor, que los años les alcanzan, que las responsabilidades se les comen… pero que más allá de eso, seguimos estando aquí, que somos personas, que estamos vivos no solo por respirar y arrastrarnos por el mundo, que no estamos solos.  Que tenemos la capacidad de seguir sonriendo, de descubrir esos pequeños detalles que hacen que la vida sea bella.
 ¿Qué precio tiene un segundo de tranquilidad y cariño? De charla distendida y amable. De intercambio de buenas vibraciones. Además es adictivo y genera sensaciones nuevas, buenas y plenas (esto es ya a nivel mío y personal).    
Y los resultados son, siete meses después más que evidentes. Me sonríen incluso antes de que yo sonría. Se interesan por mí de la misma forma que yo por ellos. Me cuentan y cuento. Me escuchan y escucho. Aprendo cada día. Incluso aquella cajera que fue el detonante, el punto de inflexión que hizo que mi proyecto tomara forma. Tan seria, tan triste, tan indiferente a su trabajo y a la gente que pasaba obligatoriamente por su lado. No recuerdo exactamente que conversación mantuve con ella aquel primer día. Sé que le sonreí y le hice un comentario sobre la pesadez del trabajo, después uno más y otro, siempre con una sonrisa hasta que me la devolvió. Hoy sé que tiene dos hijos, una niña que estudia primero de la ESO, y el niño que es más pequeño. Que los fines de semana que puede se va al pueblo, que hace la comida por la noche para el día siguiente, que no había probado el pollo con coca cola, que no le mola su trabajo pero que no se puede quejar, mucho peor sería no tenerlo.
También tengo el teléfono de Raquel, a la que veía cada mañana vendiéndome el pan o poniéndome un cortado con su vida complicada, su separación, los problemas con sus padres, su nueva pareja… Y así, una larga lista de personas que son eso, personas completas, plenas. Más allá de una cara que se repite a diario en nuestras vidas. No siempre llego a ese grado de profundidad, quizá solo sea una inclinación de cabeza junto con la sonrisa, un ligero y superficial intercambio de palabras, el cruce de una mirada brillante…

Para mí es un proyecto de por vida. ¿Te animas?

7 comentarios:

  1. Me remito al comentario del otro día, cuando escuchamos a otros nos damos cuentan de que tienen las mismas cuitas, o parecidas, que nosotros solo que no le dan forma, Te confieso que hice algo similar, sólo que a la sonrisa la acompañaba un "Buenos días" y toda esa gente que a las 07:00 entraban en la panaderia con cara seria y sumergidos en sus cavilaciones... terminaron por saludar, sonreir e inevitablemente esos cinco minutos de comprar el pan o pedir un café, se convirtieron en minicharlas entre "amigos".
    Hay un pasaje de un libro de ficción, "La novena revelación" de James Redfield, en el cual relata como el hecho de compartir la energía genera una circulación de energías entre los contertulios que alimenta a ambos abriéndose entre ellos un magnífico canal de comunicación. Tal vez las prisas de los tiempos que corren nos hayan hecho olvidar cómo comunicarnos.
    Un abrazo con beso incluido y gracias por compartir estas cosas tan íntimas.

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    1. He encontrado el libro del que hablas y lo he bajado, iré leyéndolo.
      La verdad es que yo siempre he sido de dar los buenos días. A los vecinos, en las tiendas, a la gente conocida... Es cierto que también me pasa eso de las minicharlas entre amigos o conocidos, que pueden ser uno de los momentos más gratificantes del día. Imagino o siento, mejor dicho, que tengo que explicar un poco más como estaba yo, mi estado de ánimo y alguna cosa más sobre los comos y los porqués.

      Me alegra mucho saber que no es un proyecto único. Espero que sigas haciéndolo.
      Un beso.

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  2. Hola May, a veces llego, te leo y no sé qué escribir porque temo ampañar el tono, la deliciosa prosa que nos regalas. Es un proyecto maravilloso, voy a copiártelo con tu permiso. Nada de hablar de la crisis o de si vaya calor...una sonrisa y empatía.
    Si te digo que además esta entrada tuya tiene sabor a relato, sé que me dirás que soy poco original.
    Sonrie, sonriamos, hagamos global este proyecto.
    Y con tu permiso, un saludo a Simplicisimus ya que leí el libro de Redfield hace años, me lo dejaron y a pesar de mi mala memoria, creo recordar que me dejón una agradable sensación.
    Un saludo.

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    1. No necesitas permiso para llevarlo a cabo, en todo caso me vas contando como resulta. La verdad es las veces que le he dado vueltas al tema, me daba como apuro ponerlo por escrito, incluso contarlo, mira si nos hemos visto veces desde que empecé. Ya lo hablaremos.
      Yo creo que puedes hablar de la crisis y del calor, al principio casi es necesario que sean temas comunes, ya entiendes que no se puede entrar a saco. Pero siempre hay que intentar terminar con un tema más agradable. La sonrisa es importante, los buenos días, escuchar y observar.
      Creo que sabes un poco como estaba yo por aquella época, cuantos frentes personales abiertos, cuantas luchas. Puede que haya sido una forma de supervivencia. Un día me di cuenta que la sonrisa luminosa de un/una desconocido por la calle mismo, me hizo sentir bien durante unos momentos. Y de ahí...
      No sigo, que la respuesta es un post en si misma.
      Hablamos.
      Besitos.

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  3. Sonrie aunque hables por teléfono, la gente lo nota.
    Bien sabes tú que una vez perdía la sonrisa, pero desde que volví a encontrarla...no quiero volver a perderla y sí, es totalmente terapeútica
    ¡¡Ah!! y si eres capaz de alejarte de las personas negativas o hablar de temas que lo son (no necesito hablar más de la crisis, necesito olvidarme de ella)...¡¡ya verás la felicidad que se trasmite!!

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  4. Guapa! Tú no dejes nunca esa sonrisa tan preciosa que tienes. Por cierto señora empresaria, eh? Inauguración para el quince... a ver, cuando puedo ir a ver el sitio.
    Sí que estoy cansada, más que de hablar de escuchar hablar de la crisis, pero hay momentos que la gente lo necesita. En todo caso sería más intentar sacar otros temas de conversación.

    Tú me dijiste la primera vez que nos conocimos que sonriera más ¿Recuerdas?
    Besitos mi niña

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  5. Pues estoy de acuerdo, May.
    Si alguna vez no te dan una sonrisa esperada, sé generoso y da la tuya, porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa como aquel que no sabe sonreir. Winds.
    "Una sonrisa, un abrazo y un beso".

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