lunes, 12 de abril de 2010

LA ESTACIÓN

La estación se nos abre a la mirada. Miles de momentos vividos, sufridos y soñados. Los bancos, ahora helados y solitarios, en este anochecer de invierno han escuchado las confidencias, los adioses, las últimas recomendaciones de cientos de pasajeros, de almas en despedida, de almas en espera: “Escríbeme cuando llegues” “No me olvides” “Piensa en mí”. “Cuídate”. Seres impacientes por partir, desgarrados por alejarse.
En el andén vacío vibran historias de encuentros y despedidas. La madre asustada, un segundo parto más doloroso y triste que el primero ve nacer a su hijo a un nuevo mundo en el que ella solo será un recuerdo y una llamada de teléfono.
La enamorada llora en brazos de su amante, que retorna a su vida y su trabajo lejos de ella. Recuerda su taconeo nervioso hace solo unas horas, su cuerpo inclinado hacía la vía, su mente empujando el tren. La obsesiva melodía repitiéndose: “ven, ven, ven”.
Se llama Ana y él, Miguel. Hace tiempo que marchó a la capital desde la pequeña ciudad que rodea la estación. Ha tenido suerte, piensa él, al aprobar las oposiciones. No volvería si no fuera por Ana, su amor de siempre. La ciudad se le ha quedado pequeña. Sus silencios, el lento transcurrir del tiempo, las habladurías mezquinas de gente que se conoce demasiado y no se perdona, excepto con la sonrisa hipócrita que marca sus días. Abraza a la mujer con fuerza, respondiendo a la estrecha atadura de sus brazos. Por dentro, la ansiedad al escuchar su tren que se acerca. El júbilo intenso que gana a la tristeza por las lágrimas femeninas que no cesan. Sus ideas giran ya entorno a su pequeño apartamento. Al trabajo frenético que le espera y con una punzada culpable a la imagen de unos brazos diferentes, una mirada tentadora, una piel con otra textura, otro olor…
Ana ve llegar al tren. Distorsionado por el llanto le parece un enorme monstruo cíclope. Cierra los ojos. Siente la vibración del andén bajo sus pies. El corazón de Miguel latiendo acelerado contra su cuerpo. Sueña con el momento en que él no tenga que marcharse. Se aferra a los sueños que tejieron juntos de adolescentes. La casita tranquila en el viejo barrio de siempre. Entre los amigos de toda la vida y la familia de ambos. Sus manos se aferran a la espalda de él, intentando meterlo bajo su piel. Como si quisiera mantenerlo a salvo, arrebatárselo al monstruo que dentro de unos minutos se lo tragará para alejarlo de ella.
Miguel da un paso atrás, separándose de Ana. Se inclina a recoger su bolsa de viaje, le esconde los ojos, que impacientes ya miran a un futuro distinto.
―Te quiero, Miguel ―le dice―Te echo de menos y aún estas conmigo. ¡Desearía tanto que no te marcharas!

Miguel besa la cara de Ana, sus labios. Siente una opresión en el pecho. Una punzada en el estómago. Su Ana. Por un momento la ve de nuevo casi una niña, abrazada a su cintura, ruborizada por el primer beso. También fue el primero para él… La ternura le invade. Pronto, quiere contestar. Pero el tren anuncia su salida, el largo pitido estridente ahoga sus pensamientos. Solo queda la urgencia por partir. Sube al tren de un salto, la ternura perdida en el andén de la estación. Un adiós se dibuja silencioso en su boca.
Ana tiembla, despojada su alma y su piel del calor de Miguel. Mucho más tarde, cuando ya esta en casa, recuerda inquieta que él, esta vez no le ha dicho que la quiere.
Nos parece que la estación ha retenido el aliento durante la despedida de los amantes. Intuimos que exhala un suspiro de tristeza al quedarse sola en la oscuridad de la noche. Ella sabe que no volverá a verlos.
Serena espera la mañana. Nuevos pasajeros descenderán de los trenes que llegan a su andén. De nuevo las sonrisas brillaran en las caras de los que esperan. Las lágrimas correrán por las mejillas del que se queda. Las almas se cruzarán, se encontrarán y volverán a perderse. La estación seguirá allí. Con sus paredes, su mismo aire impregnado de ese sentimiento de melancolía expectante que nos invade al visitarla.

4 comentarios:

  1. Lloré pensando en despedidas, que fueron de más lágrimas que la bienvenida... porque luego de las primeras lágrimas emocionadas, las llegadas son de risas.... al menos para mí. cuando me despido siempre es para siempre. Pero yendo a tu texto: le has dado vida a la estación. Protagonismo. No queda en el fondo del relato, sino que deambula, subyacente, entre uno y otro amante, entre tantas historias parecidas, diferentes. Me ha gustado ese recurso. Bien May! magnífico. Qué pena no encontrarnos todos los martes para decirtelo. Y firmarlo ;)

    Posdata: quedan muchas cerves... sí, sin dudas... y también mucho por aprendernos. Besos

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  2. Si supieras cuantos principios ha tenido este ejercicio, hasta que he tenido el ánimo, el valor de escribirlo. Más allá de todo, es un reinicio.
    Responde a un ejercicio propuesto en el foro. Ireth, compañera de foro, tan bonita ella, viendo que yo incumplía mi parte del compromiso de muscular, trabajar nuestra escritura, propuso el ejercicio de crear un relato a partir de una fotografía. Preciosa, de una estación. Aunque no me lo propuse conscientemente, si le di muchas vueltas a la foto, a los trenes, al reloj, a los bancos, a... en fin, ya me conoces, busco y rebusco los detalles, que aunque no aparezcan en el texto, para mí son necesarios.
    Coño! Casi parece la tertulia de los martes. Sí, yo también la echo de menos, Adri. Ahora mismo tengo en mente eso de: No vas a estar vos sobre el hombro del lector, explicando. Jajajaja, pero vamos, esto es de aprendiza a aprendiza.

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  3. ...traigo
    sangre
    de
    la
    tarde
    herida
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazón
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
    para
    compartir
    contigo
    tu
    bello
    blog
    con
    un
    ramillete
    de
    oro
    y
    claveles
    dentro...


    desde mis
    HORAS ROTAS
    Y AULA DE PAZ


    TE SIGO TU BLOG




    CON saludos de la luna al
    reflejarse en el mar de la
    poesía...


    AFECTUOSAMENTE
    may


    ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE EL NAZARENO- LOVE STORY,- Y- CABALLO, .

    José
    ramón...

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  4. Gracias, José Ramón. Por supuesto que me gusta. Adelante, paseate y siéntete cómodo en este pequeño rincón de trabajo.

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