jueves, 27 de octubre de 2011

De amistad y fortuna.

Es un día nuevo. Por ir con el reloj. La verdad verdadera es que aún es de noche. Pero oscura de verdad. Desde aquí solo alcanzo a ver el semáforo de la esquina que pone notas de colores casi navideños y allá, al fondo las luces amarillas de unas farolas que iluminan la carretera hasta el pueblo. Por lo demás desde los barrotes de mi balcón se extiende una oscuridad que cubre la masa del Poli y las casas del otro lado. De hecho acabo de formular en palabras mentales un dato que registraba estos días sin pensarlo: debe ser por la crisis pero cuando salgo de casa no
hay en el barrio más que unas pocas luces. Después de tanto despilfarro con farolas encendidas hasta las nueve o las diez de la mañana, cuando no el día entero.

Hoy me siento optimista y vital. Reflexiono sobre la amistad y lo privilegiada que soy.

Ayer antes de comenzar el día incluso pasé a ver a mi amiga Ana. Ana que siempre está ahí para escucharme. Tan equilibrada, inteligente y fuerte aunque ella no se de cuenta de ello. Tan bella por dentro como por fuera. Incondicional y sorprendente a la vez cuando me hace analizar las cosas desde otra perspectiva. A veces me descoloca para que yo me coloque en el punto exacto y real.

Por la tarde después de una jornada larga, agotadora por mis propios nervios devoradores y después de que el león no fuera tan fiero como lo imaginaba (suele pasarme, debe ser por mi propia imaginación), al salir del despacho de la abogada acudí a la invitación de Amparo: "Vente a tomar algo, sobre las nueve. Vendrán algunos amigos". Ese "algo" fue una cena perfecta. El ambiente, la comida, la conversación, la música, las risas, el vino, la cerveza, las visitas relámpago de vecinas y amigas... Adoro tu cocina, Amparo. Es abierta, original y tan cálida como tú. Comprendo a ese gato callejero que se cuela de rondón en tu casa.

Siento más que respeto y admiración por Juanjo. Por su temple, sencillez y calma para sobrellevar estos momentos tan duros. No dudo que la procesión va por dentro. Puedo entenderla bien. Me hubiera encantado asistir a esa cena con gambas rayadas de Denia.

Y Ginés, querido amigo, no pude asistir ayer al acto en Torrente, sé que lo entiendes. En este camino nuestro tan raro, es una fortuna haberte encontrado.

Mai y Fran, a unas pocas horas de distancia. En tren de cercanía. Asientos duros y ventanas inmensas en las que ver correr el paísaje. De casa abierta, charla incesante, habitación y cama. De sencillez y auras. De misterios y fe. De amor y confianza. Todo se solucionará.

Soy, de verdad, afortunada.

3 comentarios:

  1. Gracias May, te extrañé mucho (además de ayer en Torrent)los meses de ausencia que estuvimos sin saber el uno del otro. Ahora te disfruto, nos regañamos tibiamente al leer algunos relatos cruzados y cuando quedamos, sé que puedo hablar contigo de cualquier tema, hasta de los menos prosáicos.
    La amistad es eso que los bancos y los políticos no nos van a quitar aunque se empeñen.
    Me alegra que hoy te sientas optimista, espero que sea así cada día y nos lo contagies. A mí, hoy, ya me has hecho ver el sol entre las nubes cenicientas de este jueves otoñal.
    Un abrazo con sabor a amistad y cerveza prometida.
    Ginés

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  2. Gracias, Gin, amigo mío. Me ha hecho gracia eso de "regañarnos tibiamente". No creo que sea así. Solo que nos conocemos lo suficiente para con poco decir mucho. No creo que seamos personas tibias, al menos la mayor parte del tiempo. Y sí, es bastante difícil encontrarse con personas con las que se pueda hablar de todo (sin estar necesariamente de acuerdo)lo no prosáico y lo cotidianisimo. Además casi desde los primeros momentos.
    No es optimismo es "mirar" de verdad a las personas que tengo la fortuna de querer y que me quieran. Casi me había convencido que el mundo es individualismo puro y no, no es así. Solo hay que abrirse y dar la oportunidad de que te inunde.
    Un beso, prontito la cerve.

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  3. Hoy me alegro de tu optimismo. Es todo un gran logro, un haber vencido a la vida, aunque solo haya sido en el día de hoy. Espero que mañana, sea igual.
    Siento que no hayas podido venir a Torrente, fue una velada estupenda y pudimos disfrutar de Ginés que con su generosidad nos ofreció una buena tarde de microrelatos.
    Un abrazo

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