lunes, 14 de noviembre de 2011

El olvido

Dedico este pensamiento perdido, esta reflexión a ti, Amparo. De hecho sin tu generosidad no estarían estas palabras aquí. Ya lo sabes tú. Un abrazo.


Leo a Luis Rojas Marcos que habla sobre la importancia de la memoria para definir quien somos. La memoria relacionada con la autoestima, puesto que nos recuerda que hicimos, como lo hicimos y si lo hicimos bien. La memoria como herramienta de aprendizaje, pero también y esto lo digo yo, como si tuviera una papelera nos sumistra el olvido. Dice Rojas que es un arma fundamental de curación. Me he quedado enganchada en esta frase:
“Pero el olvido ayuda a pasar página, a perdonar y a enfocar un nuevo capítulo en la vida. En realidad, es un regalo para la memoria porque borra las heridas.”

El olvido como ayuda, como descanso, como superación. Pasar página, no quedarse anclado en el pasado, no llevar nuestras heridas cada día de nuestras vidas a flor de piel. Ese es el regalo de la memoria.
Leerlo en palabras de otro. Lo que mi memoria hace por mí me ayuda a entender como es posible que se hayan borrado conversaciones enteras del disco duro de mis recuerdos. A veces incluso sorprendentemente rápido. Dejándome solo la sensación de dolor, de malestar incluso de horror que me produjeron. Pensaba que era una especie de Shock, porque suelo tener una memoria bastante buena y sin embargo era incapaz de recordar la mayor parte de esos hechos, de esas palabras que me hirieron o confundieron.
Es, también, un arma de doble filo. Tiende a borrar lo malo y a dejar lo bueno. Que en principio te hace sentir mejor, por supuesto. Pero quizá esa falta de equilibrio, ese borrón a lo malo te lleva a la añoranza cuando de tiempos, amores, personas se trata. Si no puedo olvidarte y si mi mente borra lo malo que hubo, te doraré en mi memoria como si de un ídolo te trataras. O al menos, si no llego a dorarte si a pensar que no fue para tanto y que lo bueno superaba a lo doloroso.

Si celebro hoy la memoria es por habernos encontrado de nuevo. Quizá el olvido haya atacado y borrado alguna de nuestras conversaciones de entonces, Amparo, pero no la sensación de vuelta a ese cariño especial que le da un sabor de permanencia a nuestro reencuentro.

4 comentarios:

  1. Leo tu entrada y no dejo de pensar en cuanta razón, la de Rojas Marcos y la que aquí viertes. Comparto esta sensación de la que hablas y celebro que nos recuerdes tus palabras más allá del olvido de nuestros pensamientos de lunes que, quien sabe, tal vez se borren con el fin de semana.
    Un saludo con cariño.
    Ginés

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  2. Espero que no pienses beber para olvidar este finde, pero si lo haces: llámame y bebemos juntos.
    Olvidar o recordar pertenecen al mismo plano. El problema es que no podemos elegir. En todo caso dejar de tener conductas recurrentes, luchar contra las obsesiones y mantenerse alejado de aquello que pueda recordarte lo que te causó dolor. Eso en cuanto a los noes. Pero también hay otras formas, estás positivas: Charlar con los amigos, compartir unas risas, pensamientos, intensidades, análisis de la realidad que nos rodea... con cervecitas, kebaps y lo que se tercie.
    Un beso, Gin.

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  3. ¿Será verdad que estás viendo el sol? Cuanto me alegro May, tengo la impresión que estás empezando a renacer. Ojalá no me equivoque.
    Un abrazo

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  4. Yo no acabo de estar de acuerdo con el hecho de que el olvido sea bueno, pero como me extendería demasiado, sólo decir esta frase... El valor real de perdonar está en no olvidar, pues olvidando podemos caer en los mismos errores y además quitarle importancia al esfuerzo que nos supuso perdonar".
    (siento no poder evitar comentar)
    Un abrazo

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