martes, 6 de diciembre de 2011

noli me tángere

Cuentan en la página de palabras interesantes que el mismísimo Jesús se lo dijo a María Magdalena, cuando está lo vio después de resucitado. Ella le llamó rabino y él le contestó en latín: noli me tángere, pues todavía no he subido al padre.



También se llamaba así a unas úlceras cutáneas que tenían mal remedio o ninguno. Dicen que porque empeoraban al aplicarles remedios naturales, empeoraban. Yo que soy mal pensada a veces, pienso que quizá también producían cierto rechazo.

Y continúa con una acepción interesante: un objeto que se considera exento de todo examen o contradicción.

Todo acorde a su significado: No me toques. No me toques que no me siento aún purificada. Ni renacida. No me toques. Aunque mi cuerpo te anhele, mi mente te piense y el corazón duela. La llaga de la desconfianza no tiene tratamiento. No existen remedios cuando ya no se cree.

No me toques. Ni las medias que no llegué a estrenar, ni las que acariciaste que aún guardo en la misma bolsita rosa que me acompañó la última vez. A falta de tus recuerdos, son mis recuerdos.

Un día de estos, en algún momento las medias volverán a un cajón, borraré tus mensajes, dejarán de asaltarme las imágenes, las calles lluviosas por las que alguna vez estuvimos juntos serán eso, solo calles.

2 comentarios:

  1. Las cosas, los lugares, las palabras dichas o escritas, en realidad nunca dejan de tener su significado, otra cosa bien distinta es que dejan de tener la importancia que un día les dimos, pero siempre -si somos honestos con nosotros mismos- serán lo que fueron, aunque el dolor ya sólo sea una molestia al nivel de la picadura de un mosquito.
    Un saludo.

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  2. Es verdad, todo perdura. No solo las palabras, los sonidos, los olores. Los sentimientos que nos produjeron cuando los vivimos siguen ahí.
    Un beso.

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