jueves, 26 de abril de 2012

Más naderías

Es, como casi siempre que llego aquí, aún de noche. Desde hace unos días cuando pienso en el blog, aparece en mi mente este inicio: ¡Querido Dios! Ya sabéis como esos cursis o no, diarios de las pelis norteamericanas. O puede que fuera del Diario de Ana María. Durante un tiempo, allá en mi adolescencia, casi me convence de que mi destino era ser monja. Ya. Ya sé. Algunas mujeres tenemos un pasado tenebroso.

¡Cómo me lío! Esa no era la idea que tenía en mente para este post. Más bien decir que llevo un tiempo, no sabría cuanto que tengo la sensación de no tener espacio en mis días para sumergirme en las pequeñas cosas que me gustan o incluso en aquellas que no me gustan tanto pero que debo hacer. Añoro las largas horas de lectura. Ando de aquí para allá con un tocho de libro que no me cabe en el bolso, aprovecho cualquier momento para leer. Casi siempre en los autobuses. Así que lo leo a pequeños fragmentos que acaban por no decirme nada. También leo por las noches, justo antes de dormir, tan justo antes que no paso de tres o cuatro páginas cuando hay suerte.

La vida se acelera en una especie de remolino, en el que el silencio y la soledad son bienes escasos. Tanto que empiezo a notar los síntomas. No es que esté más irritable, es que siento como si solo nadara en la superficie de mis actos sin llegar a interiorizarlos. Y cuando tengo un rato perdido en fin de semana, estoy tan cansada que entro en una especie de sopor despierto que me hace vagar un tanto incoherentemente por el mundo sofá.

Organizo mi cabeza con listas. Que no sé para que. Al final alcanzo a un par de puntos. Y me autoconvenzo de que tendré tiempo para los demás en un momento u otro (me miento a conciencia).

4 comentarios:

  1. Esa sensación, seguramente compartida por muchos otros, es la sensación de que el tiempo juega en favor de nuestra querida adversaria; sobremanera se siente porque uno interioriza esa realidad que no le gusta y que sabe producida por el "dejarse llevar". También yo tengo esa sensación y tengo un truquillo de la psicología conductista que a mí me sirve... forzarme a hacer las cosas, vamos... un ejercicio consciente de qué es lo que quiero y hacerlo; podemos poner las excusas más peregrinas o más sensatas, pero... no dejarán de ser excusas.
    "La reflexion también es posible en movimiento" .-Gaby dixit.
    Un beso de apoyo para esos días "tontos"

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  2. Tienes razón, siguen siendo excusas. Sean como sean. Tengo que hacer un esfuerzo consciente para cumplir con algunos de los objetivos de mi lista. Pero en temporadas como esta, que siento que vivo tan "hacia fuera", me cuesta más.

    Totalmente de acuerdo en la última frase. Incluso creo que el movimiento la favorece. A veces pienso que debería comprar una grabadora, para esos momentos de movimiento.
    Un besito.

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  3. Hacer listas tiene algo de psicológico, de catártico. El universo tiende al desorden (o eso me dijeron en el cole), y querer ordenarlo es un poco ir contra ese desorden universal. Este blog es una playa en un océano, y me gusta venir aquí cuando el universo se revela desordenado y desmotivador.
    Los pequeños detalles hacen grandes a las personas.
    Un saludo.

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  4. El problema de mis listas es que nunca las termino. Y que como el universo tiendo al desorden y a ser un poco caótica. Creo que algo de eso sabes. Se me caen las hojas, se me desorganizan o el bolso o la chaqueta de la silla, o desparramo mis posesiones o la ceniza. Me trago bolardos, o la gente que pasa por la calle.
    Aunque al final saque cierto orden del desorden y acabe resolviendo a pesar de todo.

    Ya sabes que puedes venir aquí o hacer una llamadita o tomar una cervecita y ya nos animamos mutuamente.
    Esta tarde nos vemos.
    Besitos.

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