martes, 25 de diciembre de 2012

25 de Diciembre, de nuevo.

De nuevo es Navidad. Una navidad algo más pobre que el año pasado, como la de todos, pero más tranquila y en cierta forma más feliz también.
Cumplo los rituales de todos los años, cena de noche buena, comida de navidad en familia con el añadido, desde el año pasado, de pasar la noche en la antigua casa de mis padres, donde viven mis hermanas ahora. Una vuelta al redil puntual y momentánea y eso está bien. Durante ese breve tiempo puedo permitirme ser "la pequeña", esas cosas de las familias que se mantienen aunque el pequeño cumpla noventa años, con la condición de que quede alguien vivo para recordar que lo es.

Aprender a tomar decisiones cada día de tu vida y vivir con sus consecuencias buenas o malas es un largo proceso. Descansar reclinada en la calidez de estos momentos que es lo más próximo a esa infancia que nunca volveré a tener, es en cierta forma reparador. Aunque a cambio deba soportar pequeños sondeos, sugerencias bien intencionadas, leves intentos de atraerme a este pequeño universo del que hace tanto escapé.

Digo leves, porque me temo que después de estos últimos dos años ya largos, han entendido que no se puede hacer más.Sé que les importa, sé que hago cosas que no aprueban, pero me quieren y me dejan por imposible.  Es un alivio que me lleva a preguntarme porqué no conseguí hacerlo antes y dejaba que todo me afectara tanto. Probablemente porque vivía en perpetuo desequilibrio, deseando encajar el mundo en mi visión o encajarme yo en el mundo que no había aprendido a interpretar. Que no digo que ahora sepa hacerlo, más bien, creo que me limito a aceptarlo como viene y lo más importante a aceptarme sin cuestionarme tanto. O puede que a no mirarme muy de cerca.
Ha sido un año de lo más sorprendente. Hasta el final. Muy sorprendente. Y a momentos, muy raro, pero mucho, mucho. Divertidos momentos raros, intensos momentos raros, perfectos momentos raros, extraños momentos raros, plenos momentos raros, felices momentos raros.

Por fin, he comprendido que lo que es imposible que suceda, no sucederá. Vale, por lo menos algunos imposibles. Otros sí, los que solo lo eran en mi mente, imagino. Que el anhelo que rompe, que duele, que destroza, que quema, lo reduce todo a cenizas. Y yo estoy demasiado viva para reducirme de cualquier modo. Para encerrarme de cualquier modo.    Ni siquiera en las palabras y también se ha notado este año en que mi productividad "literaria" ha decrecido un poco.
He elegido vivir y la vida me da el qué.  No pienso demasiado en los comos y los porqués. Aunque a veces me invada el vértigo de la irrealidad.



4 comentarios:

  1. Viva la Navidad si como el calendario maya sirve para empezar ciclos. Llamemos juntos a las musas para que en 2013 vengan cargaditas de ideas y ganas de 'escribirnos'.
    Saludo navideño.

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    1. Se lo pediremos a los reyes magos. Si hemos sido buenos puede que traigan un saco bien cargado de inspiración. Y si no, carbón.

      Un beso navideño.

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  2. Buena reflexión, y ayer escuché una frasecita que yo solía decir pero a la inversa... "cada ofensa o trato agradable, crea nuestro futuro" y me hizo eso arraigó más aún mi creencia de que no somos tan diferentes unos de otros, de ahí tal vez el sentirnos identificados con las palabras que escriben otros.
    No es necesario que los ciclos tengan fecha, basta con renovarse cada día, o no, pero siempre dentro de ese "libre albedrío" que creemos poseer.
    Una delicia leerte.

    Un abrazo, mi pequeña May

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  3. Siempre es un placer tenerte aquí. Estoy en parte de acuerdo en esa especie de acción-reacción que sugiere esa frase. Intentemos ser generosos con nuestras sonrisas (que sé que eso te gusta), con nuestro tiempo y nuestra comprensión para los demás. Como un propósito para Año Nuevo.
    Un abrazo

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