jueves, 5 de noviembre de 2009

El peligroso mundo de los aguacates (provisional absolutamente)

Me he casado con un descuartizador de aguacates. Ya comprenderán que mi matrimonio
es un fracaso. Nos hemos casado mayores y yo, al menos un poco a la desesperada. Y he descubierto que mi marido está obsesionado por los aguacates.
Se levanta cada día a las seis de la mañana, camina media hora atravesando seis calles, dos avenidas y una vía de tren sin paso nivel para llegar al mercado.
Y lo peor no es que encienda la luz, abra los grifos del baño, susurre y murmure mientras saca su ropa del armario, no. Lo peor es que me obliga a ir con él. Por mucho que yo duerma profundamente o lo finja, me aferre a mis sábanas y a mi hueco caliente en la cama. Él, empuja, estira y arrastra hasta que me encuentro bajo la ducha, desnuda y recibiendo agua helada sobre mi pobre cabeza hasta los pies, creando en el camino escalofríos a lo largo de mi espalda. Por eso conozco tan bien el camino que sigue para ir al mercado. Voy medio aterida aún, columpiándome del brazo de este hombre, por las calles aun oscuras, medio trotando para mantenerme a la altura de sus zancadas desiguales.
Cuando llegamos al mercado empieza la representación: el frutero, bizco, medio calvo y redondo es una naranja con una sonrisa indecente, por lo amplia a esas horas de la mañana. Ya le tiene seleccionados quince o veinte aguacates entre los que él, mi marido elegirá cuatro para llevarse a casa. Los toma entre sus manos grandes; llena de pelos negros que asoman desde el puño de la camisa alcanzando a colonizar las primeras falanges de los dedos cortos y gruesos. Es curioso ¿Saben? Nunca me había fijado tanto en sus manos. La piel verde oscura de esos frutos les dan el color de la carne cruda. A lo que iba; los sospesa en la palma de su mano, los presiona levemente con la yema de los dedos, los huele, los observa… y en ese momento hace algo raro, pero que muy raro: Entrecierra los ojos y los fija primero en el fruto y luego en mí y vuelta de nuevo al aguacate. Con cada uno de ellos. Me pone nerviosa, la verdad. Yo no soy una belleza. Lo sé. Lo único que los años no han desarrollado en mí son los pechos. La cintura ha engrosado solo moderadamente, pero el verdadero paso del tiempo se ha acumulado en mis caderas, los muslos y el culo

Cuando termina este proceso de selección, se los tiende a la Naranja, digo, al frutero que los envuelve con cuidado en papel marrón antes de meterlos en una bolsa de plástico.

Ahora que lo realmente malo, llega cuando volvemos a casa. Se dirige a la cocina, con su bolsita en la mano. Saca los aguacates, los coloca sobre el banco y me mira expectante.
La primera vez que me lo pidió me pareció un detalle tierno, pero últimamente siento una desazón y un pica pica por todo el cuerpo que… Verán me pide que me ponga un vestido que me compró durante nuestro corto noviazgo. A mí me parecía horroroso, pero le vi tan ilusionado, tan contento cuando lo encontró y me lo probé… es ceñido en el pecho y amplio en las caderas, realzando lo que ya de por si y por naturaleza esta más que realzado. Y de un feísimo y extraño verde terroso. Nunca tuve una prenda de ese color, que hace parecer a mi piel más aceitunada de lo que es.

Así que cada día recorro más lentamente el pasillo estrecho y tristón que lleva a nuestro cuarto. Me pongo el vestido mientras le escucho cantar a voz en grito entre el chapoteo del agua con la que lava los aguacates.
Cuando vuelvo me mira con una sonrisa toda dientes. En una mano sostiene la corta puntilla afilada y con la otra mantiene en posición vertical a un pobre aguacate. Lo corta a lo largo, presionado el filo contra él. Puedo presentir la ligera resistencia de la piel dura del fruto y la facilidad con que la carne amarillenta, grasa, del interior se deja cortar. Noto cuando llega al corazón del aguacate, con un “toc” apagado del cuchillo contra él. Lo mueve alrededor del hueso hasta partir la fruta en dos. Después, la agarra con ambas manos y va girando en sentido contrario cada parte hasta separarlas. Las deja sobre un plato y da un golpe seco con el cuchillo en el hueso, que salta a la encimera. Con una cucharilla separa con cuidado la carne de la piel. Deja al aguacate desnudo y expuesto en el plato. Aquí se detiene, reflexiona y elige como lo troceará.

Y les confieso que lo que de verdad, de verdad me asusta es que mientras realiza toda esta operación repite una y otra vez las mismas palabras:

―”Soy un descuartizador de aguacates.”
Des-cuar-ti-za-dor.

Puedo ver esa palabra surgiendo de su boca. Dibujada como las letras de un niño: lentas y concentradas.
El golpe seco de la D contra los dientes; la S dejada caer; la amplia apertura de la A al lanzarse sobre la I, la vibración alargada de la R final…. Desss-cuAr-ti-za-dorrr.
Y sé, yo sé, que después de contarles esto ustedes entenderán porqué mi matrimonio es un fracaso.
Fin.

7 comentarios:

  1. La magia de hacer que las palabras suenen como el machete contra el hueso, el rumor de la pulpa en los labios, el verde olor de la piel...las palabras se vuelven carnosas, nutricias, palpitantes cuando las aliñas con tu mirada y tu verbo. Apetitosamente adictivo, bravo.
    G.

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  2. Vuelvo a regocijarme con tu texto. Aunque sea yo quien lo lee, puedo aún escuchar tu voz. La precisión de las imágenes permiten a quien te lee, recorrer las sensaciones de esa mujer y ese hombre. El sometimiento se levanta por encima de las palabras y toma cuerpo como esencia de una relación, de una actitud de vida. Me pareció excelente desde la primera vez. Un abrazo. A.

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  3. Gracias a los dos. Este es el ejemplo de que cuatro, seis, ocho... ojos ven más que dos. Corregido después de vuestros comentarios. ¿Recuerdas Adri? ¿Recuerdas Ginés?

    Aún no te he agradecido bien los comentarios, Ginés, son en sí verdaderos textos. Micros en si mismos. Gracias por ellos.

    Querida Adriana, estamos en el camino. Tengo ya ganas de decir sí, nos conocemos bien. Un abrazo muy muy fuerte.

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  4. Fantástico May, de hecho podría convertirse en un guión para un fantástico corto. Lo pensaré y si llego a algo ya te diré cosas sobre el guión. Adjunto un link que quiero que veas y ya me dices algo. Tus textos los disfrutos con un café y un cigarrillo, pura evasión.

    http://www.elmundo.es/elmundo/2009/11/03/gentes/1257256236.html

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  5. Gracias, Javi. Nunca había pensado en un corto, pero me parece interesante. Ya me dirás algo si lo piensas.
    Bueno, yo los escribo con café y cigarrillos (me temo que más de uno: más de un café y más de un cigarrillo)

    Gracias por la página, me ha encantado Pandora. Muy fresca, muy divertida, con un lenguaje descriptivo muy visual.
    Y aunque nunca me ha pasado lo que a la protagonista del relato con los tampax, desde luego tiene razón en que esta sobrevalorado eso de follar en el agua. Sobre todo si es en la bañera o la ducha de tu casa. Primero no hay suficiente espacio, segundo te sujetes donde te sujetes corres peligro de que se descuelgue de la pared y te des un costalazo de época, tercero es incomodísimo que te golpee el agua en la cara y total, acabar por acabar vas a hacerlo en la cama, eso sí chorreante de agua y dejando de paso las sábanas y el colchón bien empapados. Pero bueno, al menos puede llegar a ser muy divertido.

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  6. Hola May, siguiendo con mi frustración sobre la realización de cortos cinematográficos, te diré que no es por falta de ideas, como te comenté el otro dia, tu texto es muy bueno y creo que con posibilidades de adaptación, digo adaptación porque obviamente un guión no se ciñe palabra por palabra a la historia de una novela o texto. Hace tiempo estoy dándole vueltas a una historia sobre Garcia Lorca,a sabiendas de lo mucho que se ha escrito, hablado o filmado sobre el poeta. Lo que yo quiero es plasmar una relación, la del primer investigador (norteamericano) que buscó las causas de la muerte del poeta en unas circunstancias difíciles para hacerlo, con la causa actual sobre la memoria histórica. Quisiera hacerlo de una manera totalmente "aséptica" sin caer en tópicos. Después de leer tu texto pienso que no le iría nada mal ese punto surrealista, cercano, si me lo permites, a Buñuel.

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  7. Sé poco de guiones, pero ya imagino que es la adaptación de la historia escrita a la imagen, pasando por el filtro del nuevo creador. Siempre me ha parecido interesante, más aún fascinante como interpretan mis textos quien los lee. Un texto no termina cuando el escritor le pone fin. Termina de elaborarse en la mente del que lo lee. Por sus vivencias, sus recuerdos, el momento que atraviesa, su educación... todo colabora con el texto.
    Me parece interesante tu idea, aunque lo último que me suena del tema (no estoy muy al día, perdóname)es qeu la familia o los representantes legales o algo así se oponía a la idea de que exhumaran sus restos. No acabo de entender a que te refieres con aséptica, ¿objetiva? o ¿a esa bonita figura del narrador-testigo, que a mí tanto me cuesta?
    En cuanto a que se haya escrito, filmado o hablado mucho del tema... bueno, creo que lo que realmente importa es la visión personal del autor, su forma de "contar" las cosas.Tu forma en este caso de contar los hechos lo que marcará la diferencia.
    Y bueno, en cuanto a la última frase, quien debe permitírtelo será Buñuel.

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