martes, 28 de junio de 2011

CRUCE

Hace tanto calor aún recién duchada con agua fría, escribiendo desde la cama solo con la toalla...! Me duelen los dedos y empiezo a sudar de nuevo. Es el inicio de un verano en el que las vacaciones no se darán y sufriré, imagino, el constante acoso de la temperatura.

Dicen que se habla del tiempo cuando no se tiene o no se sabe que decir. Es probable. Yo no sé como empezar después de tanto tiempo de no escribir sobre mí. Intentaré hacer a un lado el tiempo.

Encontrarse con el pasado de cara una mañana a las ocho y veinte es, como poco, desconcertante. Esto me paso a mí hace casi un mes. Un día desconcertante de cojones. Era martes, había dormido poco y llorado algo más. Bajo del bus, más muerta que viva, con el persistente latido de una migraña tratada con ibuprofeno que no conseguía quitarme de encima. Anduve dos, tres pasos y de golpe reconozco una cara que viene hacia mí. Evidentemente él también lo hace y me pregunta vacilante "¿C... ? "No me han llamado así desde el instituto. Y no, no lo había visto prácticamente desde entonces, más que en un par de cenas hace siglos de esas de compañeros que creen que seguirán viéndose así el resto de su vida, pero que pocas veces sucede.

"¿Cómo te va?" me pregunta. En ese momento no sé que contestar y mi cara debe reflejar que peor imposible. Aún así me las arreglo para sonreír. "Podría irme peor".
Ya, ya sé que no es una respuesta muy correcta, ni muy política, ni siquiera original. Pero no tenía ni fuerza ni ganas para más. De hecho caigo en la cuenta de que a pesar de haber pasado cuatro años en las mismas aulas y, d. os de estos (los últimos) siendo casi uña y carne, no estaba segura de su nombre. Siempre lo llamé por aquél entonces por el apellido (Sí, de este si me acuerdo bien).

La conversación fue breve, ambos teníamos prisa. El resto fue más o menos: "¿Qué haces por aquí? Y a ver si quedamos y nos ponemos al día."

En ese momento, incluso durante esa semana no registré realmente el hecho en mi mente. Aunque permanecía allí, escondido en mi mente. Y de pronto me encontré recordando mis dieciséis, diecisiete, dieciocho... La persona que era, lo que soñaba, las esperanzas, las ilusiones con todo el futuro limpio por delante. Recordé el inocente abandono, las risas, las intensidades de aquellos años, incluso el dolor tan puro, tan exquisito por ser tan nuevo. Ahora, hasta el dolor tiene un componente de cansancio. De reconocimiento. De nuevo está aquí, cercándome el alma y la vida.
Me di cuenta de que mi situación, salvando las distancias no ha cambiado tanto. Una familia ante la que responder, tiránica en ocasiones, escasez de fondos, reglas y normas que no entendía entonces y ahora tampoco pero que he aprendido a simular que sí, miedos que actúan como jaulas que me encierran en la pesadilla de un mundo que aún lucho por entender... ¿Qué ha cambiado entonces en realidad? Hay una pizca más de amargura en mis pensamientos y en mi alma, mis sueños son menos libres, mis esperanzas más limitadas.


Pronto empezará Julio. Mi mes de nacimiento. Hoy, hace justo cinco meses de mi contencioso de divorcio. Sin auto de resolución a la vista. Pero ese es otro tema.

2 comentarios:

  1. Tenía preguntas, dudas, ansia por saber. Imaginé tantas cosas estos meses de silencio. Esta entrada y sobretodo en párrafo final me han dado la pista. Quiero sarte ánimos ahora, aquí, que puedo. Felicidades por adelantado. Voy pidiendo unas bravas y unos quintos para celebrar el retorno, nuestra amistad. Un abrazo querida May.
    Gin

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  2. Un abrazo, Gin, que sean tercios por lo menos. Ya hablamos, pero... mil preguntas? Como además de las bravas no te lleves también una chuleta...

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