miércoles, 15 de junio de 2011

DEGLUCIÓN

Se levantó de la silla. La habitación giró en torno a él, cada vez más rápido. Levantó las manos intentando defenderse del extraño fenómeno y las lanzó como garras hacía delante. No hubo caso, puesto que no encontró a que sujetarse. Para cuando la luz y el color empezaron a fundirse en negro como un plano de película, sus piernas se doblaron y cayó con fuerza al suelo. No llegó a sentir dolor alguno. Su conciencia ya no estaba allí. El suelo se onduló alrededor de su cuerpo, se ablandó, maleable, ajustándose a su figura inmóvil y con una especie de suspiro gástrico empezó a absorberlo. El glup absurdo incomprensible que emergía del suelo no lo escuchó nadie. El chapoteo de la trituración y la absorción tampoco. En escasos segundos, la figura masculina dejó de existir. El suelo se recompuso. La habitación cerrada abrió su puerta y la siguiente figura, esta vez femenina entró pisando con cuidado. Caminó lentamente hasta el único mueble de la habitación: la silla. Miró el suelo, brillante, espejado, casi resbaladizo y tomó asiento. Un inaudible gemido de placer hizo estremecer el aire de la habitación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario