lunes, 10 de octubre de 2011

CAMBIOS

De verdad está llegando el invierno, aunque este principio de otoño sea un verano prolongado. Esta madrugada he buscado una chaqueta para sentarme a escribir y pronto tendré que hacerlo envuelta en mantas.

Estos días estoy escribiendo en un portátil que no es el mío. Voy "de prestado". Mis ideas, mis escritos, los principios de relatos, los relatos mediados, los no acabados están en otra parte. Y aunque no siempre los retomo para hacer algo con ellos estas madrugadas silenciosas, si siento que están ahí y me arropan. Me atraen o me rechazan según el momento. El portátil, el mío, anda en reparaciones. Es muy viejecito, heredado de mi hermano y puede que no aguante tan bien los madrugones como yo. Cuando se produce un cambio en tu vida por leve que sea, se convierte en el origen de otros. Estos días leo muchísimo más, me levanto un poco más tarde, veo más la tele, cosa que no suelo hacer habitualmente, escribo mucho menos. Siempre he escrito en el ordenador. Mis libretas contienen ideas, pensamientos, lamentaciones, dolores de alma, esquemas, un solo relato terminado y escrito integro en mesas de terracitas mientras esperaba gente.

Los cambios abren mundos nuevos. Vengan impuestos de fuera o sean elecciones propias. El cambio es aventura, exploración y descubrimiento. De ti y de lo que te rodea. Puedes elegir aceptarlo o luchar contracorriente. Dependerá de tu personalidad, de las circunstancias, del momento disfrutar de ellos o no. Yo he decidido que me encuentren dispuesta, abierta. Absorberlos y sobre todo disfrutarlos.

Este último fin de semana, que ha resultado más largo y más corto de lo que yo pudiera imaginar empezó con una comida el sábado. Una comida que fue una vista atrás. Y un paso de futuro.
Una y cuarto, en la Avenida Cataluña. Compañeros de Instituto. Ahora Blasco Ibañez, pero entonces cuando nos conocimos Instituto Politécnico Nacional de Valencia. Aún me acuerdo de los cajetines en las láminas de dibujo lineal y estoy segura de que ellos también. Juan, Juanjo, Amparo y yo. Parecen pocas personas ¿Verdad? y sin embargo casi la mitad del último curso. Solo éramos diez. Abrazos, risas, besos y recuerdos. Una vida o vidas a nuestra espalda. Tanto que se hace difícil ponerse al día de todo. Hay tanto de que hablar, tantos recuerdos compartidos, tantas novedades que escuchar y que ofrecer que nos falta tiempo. En el fondo y en la forma, naturalidad. No voy a decir que fuera como si no nos hubiéramos separado, pero planea ese aire de entonces. Aunque ahora ya somos adultos cargados cada uno con nuestras responsabilidades, con nuestros errores y aciertos. Pero quizá lo más importante es que seguimos siendo. Gracias a los tres por eso.

Después se prolonga la tarde en casa de Amparo, que casualidades del destino vive muy cerca de mí. Y se estira hasta la noche, esta vez de invitada de Amparo, me cuela de rondón en una cena con sus amigos. Termino en Betera, cenando manitas de cerdo, caracoles con sal, ensalada de canónigos. Escuchando, hablando, aprendiendo. Velada musical, yo que no tengo voz y además me muero de vergüenza aunque ni siquiera cante o más bien me arranquen un par de frases no diré que cantadas, pero la cerveza, el vino y la generosidad con la que ha sido servido son una ayuda. Me gusta ver como estas personas atan lazos, unen vidas, crean su propia familia de una sangre más roja que la que corre por las venas. Descubro un mundo nuevo. Sensibilidad, intuición, lucha. Todo ello anclado a la calidez terrenal de una buena comida y un buen o varios buenos vinos, a la conversación alrededor de la mesa. Escalando a lo etéreo a través de la música. Amarrandose a la alegría con el baile.

Gracias. A Juan, a Juanjo por hacerme sentir como entonces en el ahora. Gracias Amparo por llevarme contigo a tu mundo. Lo harás muy bien. Tienes una voz preciosa. Gracias por los abrazos y los besos. Por recibirme como si nunca nos hubiéramos ido. Levanto de nuevo la copa: por este principio. Por no dejarnos perder.

3 comentarios:

  1. Poética de encuentros y nostalgias. Brindis desde la emoción con una palabras fluyendo de prestado y sin embargo suenan a música de May, a jazz bajo luz de domingo, quédamente.
    Un saludo emocionado por haberme hecho partícipe de tu fin de semana, coincidiendo en lo de los cambios abren mundos nuevos.
    Ginés

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  2. A veces las cosas son mejores de lo que se puede contar y eso es lo que sucedió el sábado.

    Sí, los cambios, los inicios, los talleres... todo abre mundos nuevos. Ya sabes que tú formas parte de ellos.

    Un beso.

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  3. ¿Te animas mañana a venir a Torrente a ver a Ginés?
    Carmela

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