miércoles, 22 de agosto de 2012

Mañana de miércoles

Escribo. Sigo escribiendo en la soledad de la madrugada. Me cuesta estos días meterme en ello, pero hoy no. Me he despertado, ya hacía mucho que no sucedía, pensando en lo que tenía que hacer mi personaje. Como salir de la situación en la que le he puesto y que quiere hacer, al menos de momento. No sé si llegará a ver la luz, pero de momento le he cambiado el nombre, porque sentía que el anterior no estaba del todo ajustado a ella. Manías, supongo. Alguna vez lo hago, no es nada fácil o por lo menos no lo es para mí ese bautizo. Intento buscar siempre nombres sencillos, que podrían ser usuales o no, pero que tengan algo que me atraiga. Es un proceso mental complicado y ahora al reflexionar me doy cuenta de que no he descrito a los personajes, puede que porque los tenga claros en mi mente o porque no lo considere importante. Sé que es un error. Y quiero subsanarlo, quizá mañana.

Es una sensación agridulce. He vuelto a encontrar ese lugar donde hay mundos que esperan, hechos extraños y amores que matan o mueren. Lo siento como una especie de círculo mágico, o mejor, una esfera mágica que puede envolverme entera e intenta que me olvide de mí misma.

Siempre escribo, aunque la magia no me acoja. No he dejado de hacerlo, aunque alguno de los textos hayan muerto en el primer párrafo y otros yazcan abandonados, a la espera de que vaya a buscarlos para soplar sobre ellos y darles el aliento que les falta.

Puede que piense demasiado en la realidad angustiante de cada día. Demasiados programas de radio, demasiadas noticias, demasiada fealdad y falta de fe en el futuro.

O no, o solo estoy vaga y el calor me afecta. Vete a saber.

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