jueves, 18 de julio de 2013

De mi sofá y otras cosas

Me he despertado empapada. Me dormí con la ventana cerrada y en el sofá del salón.
Aunque me haya quedado claro que no es el mejor lugar del mundo (ni siquiera del pequeño mundo que es mi casa) para dormir, me empeñó en quedarme dormida en él. Y eso que le tengo cierto resentimiento. Sé que es absurdo tenérselo. Lo he hecho mío a costa de romperme de vez en cuando la espalda en él. Pero sigo teniéndoselo. No me gusta y lo oculto bajo fundas. Me quedo siempre a medio camino, porque la compré (la funda) de color chocolate para añadirle alguna tela clara o llamativa y unos cuantos cojines... Y no llegué a hacerlo.
Prefiero no pensar en ello como metáfora de mi vida.
Hay cosas que termino quizá no de la mejor forma posible, aunque tampoco sé bien que dictamina eso. O quién. Siempre hay una imagen previa ideal de como deberían ser las cosas. Y esa imagen si lo pienso bien viene de la literatura, de las películas o de las series. Es decir, de un mundo ficticio que aunque tiene apariencia de realidad no es real. Y qué, un buen señor o una buena señora ha creado y resuelto con su drama, sus puntos de giro, su sorpresa final y que no suele funcionar en la realidad.

Ayer hablando con una orientadora (ahora se llaman así los asistentes sociales, no tengo ni idea de porqué) me dijo que era "excesivamente empática".  Y además una empática equivocada. Es gracioso porque estuve a punto de preguntarle si es que leía mi blog (sé que no, pero...). Concretó diciendo que ser empático no es imaginar que sienten los demás, si no "reconocer" que sienten los demás.

Vale, tocada y hundida. Tiene toda la razón. Me ha costado años y estar muy jodida llegar a la misma conclusión. Si es que debería haber estudiado más... Ah, joder, no! que hablamos también de la culpa. Con lo que me gusta a mí una buena culpa... y va y me dice que vivir con alguien que no se quiere equivale a mentirle y engañarle (los secretos del alma es mejor guardarlos en la caja fuerte de la mente). Y que al decidir dejar de hacerlo no solo había actuado bien para mí, si no también para él. Visto así... Aunque creo que así lo ve ella y es posible que yo también. Estoy bastante segura que él no.  Me sorprendió que diera por hecho que fui yo quién di el paso, quién se sentía así de mal. Sobre todo porque no le había contado nada de aquello. ¿Se me leerá en la cara?

Me dijo más cosas por supuesto. Cosas extrañas como que uno lo hace lo mejor que puede y que si te equivocas puedes rectificar. Intentarlo otra vez. Y supongo que otra y otra y todas las veces que sean necesarias.

Yo pienso, que no necesariamente es la verdad, es que hay equivocaciones que no tienen arreglo. Como este viejo sofá. Me equivoqué al aceptarlo cuando me lo dieron y por mucha funda que le ponga, por muchos cojines que le compré, no dejará de ser estrecho, el relleno duro, los almohadones se seguirán deslizando y seguirá sin gustarme. Lo suyo sería tirarlo y comprar uno nuevo. Pero no siempre se puede.

2 comentarios:

  1. Sabes lo más curioso de todo? que por regla general quien mejor empatiza con los demás es quien o ha sufrido o tiene necesidad de que le quieran, dando por hecho que la felicidad está fuera de uno mismo.
    Cambiar, ya sean las cosas, los actos, las personas... al ser humano siempre le incomoda, supongo que espera hacer los cambios sabiendo que es apuesta ganadora... , pero ¿quién le asegura al agua que el siguiente tramo de su recorrido será plácido? y a pesar de eso, sigue su curso inevitablemente siendo ella en su esencia, sea cual sea la parte de su ciclo. Así mismo, cada cual debe ser honesto con su esencia, lo cual no significa ser "caprichoso" sino honesto.
    Hoy también tengo la misma sensación del comentario anterior, pero agravado al sentir que esto ya lo he dicho antes; no me resulta un problema, después de todo si lo repito es porque lo creo ergo... soy honesto conmigo mismo, ergo muestro mi esencia.
    Un beso mi pequeña May.

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  2. Tendríamos tema de debate. Yo pienso que la capacidad de empatizar con el otro es lo que nos hace humanos. Empatizar no identificarse o aceptar. Poder ponerse en el lugar del otro, imaginar como puede sentirse, esas cosas.

    Sufrir, creo que he sufrido lo justo para ir creciendo. Me he estrellado alguna que otra vez con bastante fuerza y no estoy muy segura con respecto a la felicidad ni dentro ni fuera de uno mismo. Dentro de uno puede encontrarse serenidad, equilibrio, fuerza... no sé si es eso la felicidad. Antes solía definirla como una cadena de puntos luminosos. Cuanto más apretados, con menos zonas oscuras entre ellos, una felicidad más estable. Ahora no sé si creo en ella. Aunque Carmen, la orientadora y también vecina, piense que todos debemos buscar ser felices.

    Los cambios son tan inevitables para nosotros como para el agua. Solo que no es lo mismo que los provoques tú que te los provoquen.

    Puedes repetirte siempre que quieras estás en tu casa. Ser honesto, quizá yo diría coherente con uno mismo, con la propia esencia no es lo más fácil del mundo, casi siempre te exige que actues.

    Gracias, Gaby.
    Un beso.

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