sábado, 13 de julio de 2013

Un año más

Las semanas se llena de contrastes y el tiempo se escurre entre mis manos. Me prometí escribir más, que no sé si mejor. Repasar o reelaborar o sin cambiar mis propias palabras: trabajar en los relatos que tengo por ahí para darles el pulido necesario, ya que han surgido del Taller de Ginés, que terminó este jueves.

Y con esto vuelvo a la idea de que el tiempo adquiere una velocidad que ya quisieran los de las carreras de coches de los domingos (poca afición se me nota). Ayer fue mi cumple.

 No me ha dado por mirar atrás. Pero tampoco hacia delante.

El caso es que estoy escribiendo esto y después de releer la frase me doy cuenta que no es cierto (podría borrarla, pero esto es un discurso interno, un monólogo interior). Pero no porque fuera mi cumple, más bien porque soy de mucho pensar, demasiado. La imaginación se me dispara y empiezo con los "isi". Ya sabéis: y si hubiera hecho, y si no hubiera, y si aquello... No tienen mucho sentido los "isis", no se pueden cambiar. Y sin embargo la insistencia de mi mente en estos juegos me hace pensar que es la manera en la que el yo inconsciente quiere que mi yo de andar por casa, aprenda. No sé si lo conseguirá. Mi mente que es dispersa juega a recrear, a cambiar y a mantener conversaciones imaginarias. Si es la hora de dormir, acabo por hacerlo aferrada a un cuento que nunca escribiré aunque lo recree mil veces.

He cambiado. Claro que lo he hecho. Más de lo que preveía, creo. Me cuesta más reír, aunque la sonrisa este casi siempre en mi boca. Me es más difícil mostrarme. Soy más reservada aunque lo disimule mejor que antes y pueda parecer lo contrario. Guardo mucho para mí. Espero cualquier cosa del otro, de lo malo y de lo bueno. Comprendo mejor "lo malo" porque conozco más mis propias sombras, mis debilidades, mis miedos.  Me fio más de mis intuiciones. Disfruto de los momentos. Me centro en ellos. Trato de no sufrir por adelantado, ni por aquello que no puedo cambiar. De suavizar mis eternos sentimientos de culpa.

Intento no juzgar al otro, a la gente que me importa. De no proyectar en ellos lo que quisiera ver, si no ver lo que son ellos mismos. Eso es lo más difícil, me parece. Dejar de poner motivos, razones, pensamientos en la mente de otro, que pobre, ni siquiera sabe que lo hago. Que yo tampoco sabía que lo hacía.  Pero sí, lo hacía y luego venían los lodos y los lloros. Expectativa se llama, creo.

En fin, que un año más, un veranito más. Otro tramo recorrido. Un año difícil, esa es la verdad. Con puntos tan oscuros, accidentados, escabrosos que podían haberme tragado entera. Lo que no te mate te hace más fuerte o te engorda, cualquier cosa puede pasar. Con puntos luminosos también, con escapadas intensas, con luminosos momentos de plenitud. Con secretos... que no contaré.

2 comentarios:

  1. Felicidades para abrir boca. Aunque esa boca tuya, de risas, de palabras, de relatos leídos en el 'Taller de Ginés' (lo nombro por alusión, que conste), también es la boca de silencios, de soplar una vela más en un pastel sin pastel (Ay, ese horno junto a la playa, guiño cómplice).
    Bocas y mentes con flujos de conciencia, pensamientos que nos hacen evocar (¿vendrá de boca?) o no, como muchos en nochevieja, lo que se fue, lo que no fue y pudo ser, pero sobre todo, lo que queremos que venga en el siguiente año y al otro y al otro. Lo que queremos que nos salga a pedir de boca. Y espero que te equivoques en lo de que lo que no mata nos hace más fuertes o nos engorda... por lo de engordar, digo... Y no digo más, para que no me traiciones esta boca mía.

    Un saludo y -hoy sí- un beso (casto).

    :-)

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  2. Bueno, bueno, bueno... esa costumbre de reflexionar mediante la conversación literal con nosotros mismos, lo cierto es que en muchas ocasiones da resultado, más que nada, porque da forma a nuestros demonios, a nuestros fallos y a errores en los que -probablemente- volveremos a caer.
    Respecto a las expectativas, hace muuuucho tiempo que suelo explicar a quien me quiere oír que es un gran error, porque si el resultado no es el esperado, con seguridad nos sentiremos decepcionados. Al igual que un niño que no espera nada -excepto en reyes ,cumple y algún otro artificio social- aceptemos lo que venga en la proporción que venga con una sonrisa, de las de verdad, de esas que calientan el alma; incluso sonrisa... a las cosas malas, porque al evolucionar nos hemos dado cuenta de que quien más sufre es el que da.
    Tengo la sensación últimamente de estar haciendo de profesor (con lo mucho que me queda por aprender); así que me disculpas, que para eso hay una "amistad" de por medio.
    Mi pequeña May, un saludo.

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