viernes, 5 de julio de 2013

Ginecológico

La semana, la mía, ha sido larga, corta, rara y sobre todo ajetreada. Esas semanas que la vida regala para que te las tomes como vienen. Mejor no sacarles demasiada punta. El martes tuve que hacer malabarismos para poder ir al ginecólogo y ayer sin embargo, empecé a trabajar a la una y a la mañana parecían nacerle horas extra.

El martes la cosa empezó con prisas y eso que tenía la cita a las diez menos diez, que eso ya es para mí media mañana. Por eso mismo me confié, aún así y como la familia está para estas cosas además de para otras, mi hermana me dejó justo en el Centro de Planificación, cinco minutos antes de la hora de la cita.

Más de un mes con la tal cita programada. La verdad es que durante ese tiempo no pensé mucho en ello, pero mi cuerpo, sobre todo el último finde se ocupó de recordarme bien que quizá sí tenía motivos por los que preocuparme y claro, aunque lo había relegado al fondo de la mente, cuando ya se acercaba el momento me iba poniendo bastante nerviosa. He de decir que tuve varios ofrecimientos para acompañarme, pero soy un poco Juan Palomo y no veo la necesidad de que el personal deje de hacer sus cosas cuando con el médico y yo bastábamos para la ocasión.

Es muy divertido que personas absolutamente desconocidas te hagan todo tipo de preguntas íntimas: Mantienes, con que frecuencia, con cuantas personas... el interrogatorio es más fino, pero viene a ser eso. Si  follas, cuantas veces lo haces y si es siempre con la misma o con varias y que método anticonceptivo utilizas (a eso le dan mucha importancia, como todos). Y además en el colmo de la discrección dejas que todo ello vaya a un informe que se realiza en el ordenador, para que quede todo bien recogido.

Después pasas a la "hora de la verdad". Vamos, que te pasan con el médico, que curiosamente vuelve a interesarse por tu vida sexual pero además te pregunta cuando fue la última vez que te hiciste una revisión (ni lo recuerdo), la última vez que te hicieron una analítica (allá por el pleistoceno?) y si fumas, dato importante porque te jode con la mirada, cuando timidamente le dices que sí. Una vez hecho esto (ya te tiene intimidada y contra las cuerdas) pasa a preguntarte que es lo que te pasa, pregunta que oye, tiene su lógica y parecería que tuviera que ir antes de con quien y cuanto follas, ¿eh?; pues ya le explicas que tienes un sangrado que a ti no te parece normal (eso hay que recalcarlo y viene a que hasta ahora todos los médicos que conozco dicen que todo lo que tenga que ver con "eso", entiendase sangres mucho, sangres poco, a menudo o menos a  menudo, siempre que sea sangrado vaginal entra en una categoría nebulosa de "normal"); sobre todo que el último finde parecía que estaban realizando la matanza de esas de los pueblos en tus ovarios y tú sin nada con lo que recoger el producto y hacer morcillitas y eso, al menos nada que pudiera contenerlo.

El hombre, que era muy amable, la verdad, me miró y me dijo: hala, que voy a revisarte y eso, señores sí es joder literalmente. Ecografía vaginal, gran invento donde los haya. Me acompañó la enfermera: dos pasos. Lo que separaba la mesa del potro (del potro habría que hablar extensamente, pero esto ya me está quedando larguísimo: solo una cosa, todos deberíamos tener uno en casa). Te indica que te quites cosas: en mi caso el pantalón y las bragas. Te indica que te sientes en el borde del cacharro. Que saques el culete más hacia fuera (¿Siempre lo dirán en diminutivo? ¿En su vida privada también?) y te coloca las piernas sobre esas bonitas cosas negras que veis en la imagen, que no es exactamente el potro en el que estuve pero se parece bastante.

Una vez colocada, ya vino el médico y se sentó en un taburete... ¿A qué adivináis dónde? Justo, entre mis piernas que estaban pues eso, muy abiertas. Y me dice tomando una especie de "palo" largo y delgado (afortunadamente): Relajate. Yo obediente me relajo con un pequeño esfuerzo de voluntad. Cosa que gusta al hombre porque me dice inmediatamente: : Así, que entra suave.

Y claro, casi me da un ataque de risa pero él me lo cortó en seco: Un pólipo en el ovario izquierdo. Que se ve muy bien (y yo me pregunto si es que presenta buena cara, es fotogénico, el señor tiene buena vista, es hermoso... ¿qué significa se ve muy bien?) y claro, pregunto. Y significa exactamente que no parece malo, que él (por el médico) cree que es una ovulación retenida (¡Qué cosas saben  hacer mis ovarios, joder!) y que cree que el sangrado se puede deber a eso (pues ya me deja más tranquila) pero que me va a pedir otra ecografía "buena" (que ya la hemos jodido, está era la mala) y que piensa que quizá para cuando me haga la otra el pólipo haya desaparecido de forma "natural".

En fin, que me fui mareada, jodida pero aferrada a ese "me parece" de mi médico. Ya me he hecho la analítica y para la eco buena hay que esperar a octubre.

Contaría más, pero para variar he de salir pitando que aún me espera la ducha.


4 comentarios:

  1. Qué cantidad de palabras de esas que tú y yo sabemos que no nos dejarían decir en el cole ni en casa de nuestros padres... También el tema es de los que se los trae. Afortunadamente, ha habido final feliz. Lo cual para algunos significa en el argot una cosa bien distinta a la que realmente fue... al menos que te hayas reservado algo para un relato. Ya nos contarás, que ese profesional estuvo muy cerca de ti, en el mejor de los sentidos, se entiende. Qué bonito es el lenguaje. Un saludo.

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    1. cierto, pero yo creo que están todas en la rae. Final feliz, tal como nosotros entendemos que otros entenderían... pues no, no hubo. Aunque sigo pensando que habría que probar un potro de estos para "esos" otros menesteres.

      Cerca si estuvo. Sobre todo cuando me masajeo la pierna bien arriba del muslo al decirme lo del pólipo o más bien al decirle yo que me había asutado. Pero claro, dada la posición era lo más inocente que tenía a su alcance.
      Por lo demás, siempre hay cosas que nos guardamos.

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  2. Bonita narración y hasta cierto punto desdramatizando lo que realmente pasó por tu cabeza -creo que casi lo mismo que han pensado otras antes que tú-. No sé si se te pasó por la cabeza crear la historia en tu cabeza antes de ir, después de todo cuando nos pasa algo -yo también tuve una experiencia de "sangrado" ,un día si eso te la cuento- solemos pensar mil y una variantes, e incluso ,algunos ,llegamos a visualizar la cara dramática que pondrá el/la médico.
    Me alegro que todo quedará en un susto -de momento (malo soy)- y ya tengas material base sobre el que construir 1000 y una historias.
    Un saludo mi pequeña May.

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  3. Yo intenté no pensar en nada malo. A veces tienes pensamientos díscolos y eso pero con todo lo dispersa que es mi mente, en esos aspectos no la dejo desvariar. Me preocupaba, claro, pero sabía que hay unos cuantos motivos por los que podía pasar que si no eran lo mejor (lo ideal es que no pasen) tampoco tenía que ser necesariamente lo peor.

    Claro que tengo aún la cosilla en el cuerpo. Eso de que haya una ecografía buena hace que desconfíe de la que me hicieron. Pero es lo que hay y prefiero no hacer de ello motivo de tortura.

    Ea, a ver si me sale un relato erótico. Aunque necesito pocos motivos. Pero eso de las exploraciones "profundas" tiene su punto.

    Un beso, Gaby

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