domingo, 2 de agosto de 2009

Ayer: Depilación.

Ayer: Primer día de vacaciones. Cita para depilarme a las diez y media. Llego puntual, como siempre. Con el tiempo es una de mis pocas manías. La jefa no está, pero no me preocupa, la chica que siempre me depila está en la puerta. Una señora de la calle: pantalones a cuadros, camiseta con dibujos extraños, pelo rubio descolorido mantiene una conversación con ella. Insiste en saber de quien es un coche rojo aparcado en la cera de enfrente, vamos, en la calzada. Tiene una ventana abierta y a la buena señora le preocupa que sea un coche bomba de los etarras. Es cierto que hay mucha policía desde los atentados de estos días, controlando Valencia. Nadie conoce el dueño del coche. La mujer se marcha, imagino que a seguir con sus indagaciones. La chica, jovencísima, delgadísima, palidísima y todos los ísimas más que se os ocurran, me saluda:
"Buenos días, May. Pasa y espera un momento, que estoy terminando un servicio"

Pasó. Me quedo pensando. ¿Un servicio? Las putas deben hablar igual de los clientes. Sí, tengo la mente sucia y estoy de vacaciones ¿Qué pasa? Me siento en una silla roja. No sé donde dejar el bolso y el libro que llevo entre las manos. Así que bolso al suelo. Joder, no, que dicen que se va el dinero y eso me faltaba. Bolso al regazo, libro abierto. Una novela sobre un abogado que desea investigar la muerte de Poe. De momento no está mal, aunque no me engancha como me gustaría. Diez minutos de espera. Todo el mundo no es tan puntual como yo. Lo sé. Me resigno a ser siempre quien espere.
Ya, sale una señora. No podría describirla, sencillamente no le presté atención.
La chica: "Acompáñame, May"
He ido multitud de veces, así que no puedo perderme, aún así le acompaño. Pasillo largo, zona pedicura manicura. Habitación-sala de tortura con su camilla, el papel nuevo y limpio extendido sobre ella. La máquina de la cera sobre una mesa al fondo. No suelo mirarla, así que poco puedo describir. Pero podéis imaginar. Una grande con un botón rojo encendido, otra algo más pequeña. Aparatitos para la cera fría, que no suelen usar conmigo.

La chica que me dice "vete preparando, ahora vuelvo”.
De acuerdo. Me quito la blusa. Me quito los vaqueros. Primera duda: ¿Me quito ya las bragas o me espero a que ella venga? Decisión: Me las quito. Me tumbo en la camilla solo con el sujetador. En este sitio jamás me han dado esos tanguitas de papel, cosa que casi agradezco, son feísimos. Más ridículos que cualquier desnudez. La chica tarda. Yo pienso. Me sale escribir una nota sobre el momento y la redacto mentalmente (parecida a esta, pero irrecuperable). Me pregunto que hacer con los brazos, las manos. ¿Las pongo púdicamente sobre mi sexo desnudo? ¿Levanto los brazos sobre mi cabeza? Pruebo las dos posturas. No, decido dejarlos a lo largo del cuerpo, descansando en la camilla. Hoy no ha tenido la precaución de apagar las luces y poner música relajante. Lástima, me siento más expuesta así, con la luz brillante encima de mi cuerpo. Espero. Escucho. La chica está cobrando a la señora, se detiene a hablar con una compañera, de pronto suena el teléfono, contesta. Y yo sigo pensando. Se podría iniciar un relato que diera a confusiones empezado con el "Vete preparando que ahora vuelvo" y el quitarme la ropa, juego con la idea. Espero.
Por fin llega. Se inclina sobre mí: "Entonces ¿Medias piernas, axilas e ingles?" Contesto: "Como siempre. Todo." Ella: "Ya, ya sé. Ingles brasileñas..." Nena -interrumpo- Todo. Las ingles y lo que no y la cara"
"Empecemos por las ingles" dice ella. Así que me abre de piernas que parezco la rana de Andrade. Estira, empuja y se va. Vuelve con la paleta llena de cera, soplando para que enfríe algo más rápido. El primer golpe de calor entre mis piernas. El primer tirón. Duele, pero mucho, cierro los ojos. Apoya la mano firmemente ahí donde acabo de nombrar. Y dice: "Ya". Mentira, va a por más cera. La noto cabreada. Me preocupa (está tocando partes sensibles). Inicio una conversación. Me habla de su cuñada, su suegra, su pareja y de cierto viaje a cargar unos muebles viejos que ha de hacer y que no le hace ninguna gracia. Mientras vuelve a repetir la operación, por arriba, por abajo, por los lados, por dentro... "Estos son los más difíciles" dice. Ya te digo. Difíciles y que más duelen y que más expuesta te sientes. Mientras pone la cera continua con sus quejas sobre su cuñada, la semana de trabajo con la jefa enferma, el dolor de hombros y brazo que tiene, vuelve a las quejas sobre su cuñada que se ha escaqueado de la carga de muebles. Tira. El dolor es intenso. La cera se lleva vello y no sé si algo más. Se apresura a poner una mano calmante sobre... ¡Coño! (nunca mejor dicho) Tengo que hacer que se olvide de sus problemas o acabaré mal hoy. Recuerdo conversaciones anteriores. Su novio y ella son almas gemelas. Se lo recuerdo sutilmente. Sonrisa. Me habla de su novio... Termina la "faena" en sitio tan delicada y pasa a las piernas.... Ufff!! Menos mal. He perdido pelo pero no piel.

Y termino. Aún pensé más cosas. Mi mente es incapaz de parar, pero eso... será para otro día.

7 comentarios:

  1. Hola May,he devorado este texto. Supongo que es porque nadie me había hablado de manera tan detallada del antes y durante de una depilación, de una depilación de mujer. Tiene un punto erótico sutil que quizás tu no encuentres, ¿o si? (tanguitas de papel, jajajaja). Me encanta cuando hablas de la soledad que te lleva a pensar en frases que hay que anotar y no sabes donde, esto pasa casi siempre. Me encanta cuando dices "ahí donde acabo de nombrar" y me encanta la palabra "blusa".Seguiré comentando tus deliciosos relatos siempre con tu permiso.

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  2. Por supuesto que tienes mi permiso, para leer y para comentar.

    Sí, siempre nos sucede. Supongo que no es algo que las mujeres contemos detalladamente. Las otras mujeres ya lo saben, los hombres... generalmente solo preguntan: ¿Ya? Anda vamos, que llevo tres horas esperando.

    Sí, si pensé en el punto erótico, de hecho di vueltas a comenzar un relato con esas palabras de vete preparando, pero no era el lugar ni elmomento para... seguir pensando en esas cosas.
    No sé si escribes, supongo que sí, ya que sabes que casi nunca puedes anotar cuando quieres hacerlo. Pero me pasa una cosa curiosa, empiezo a percibir que me hago una especie de reportaje mental de según que cosas me ocurren.

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  3. Pues no estaría nada mal un relato erótico en el que se entremezclaran distintos niveles culturales (no intelectuales), prejuicios por educación, etc. Algo hiciste con el texto de Nicole, pero yo no hablo de tanta sumisión. No suelo escribir, tengo un blog abandonado donde me gusta expresar ideas políticas, pero sí que llevo una grabadora donde grabo comentarios que leo para luego conversar con amigos y donde (realmente la utilizo para esto) grabo nombres de músicos o álbumes que me interesan.

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  4. Yo debería tener una grabadora de esas. Aunque no me imagino hablando en voz alta sobre las cosas que pienso, cuando las pienso.
    Es cierto que hay una sumisión en Nicole. Y sin embargo también es un juego de poder, como en casi todas las relaciones.

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  5. Sabes?, ayer tarde estaba tomando el sol en la Patacona mientras leía un libro; aunque también podría ser: mientras leía un libro tomaba el sol ayer tarde en la Patacona (tu me corriges).A lo que iba,llegó una chica y se acomodó a un par de metros de donde yo estaba sentadito, hasta aqui perfecto, pero he aqui que en una de esos momentos en los que uno aparta la mirada del libro para reflexionar sobre lo leido, mi mirada se ve sorprendida por una imagen; la chica que minutos antes había llegado a la playa yacía tumbada en posición supino y con un detalle sutil y de lo más erótico, el tanga que llevaba (no de papel) tenía como extremos de sujeción los huesos de la cadera, de tal manera que el resto de la costura superior de la braga quedaba extendida como una goma en tensión sin tomar contacto con ninguna parte de su pelvis y dejando 1 cm de distancia entre la piel de la chica y la costura, por ahí y debido a mi, insisto, coincidente y consciente ángulo de visión, podía entreverse el comienzo de su bello púbico.... pensé en tus relatos eróticos,era el comienzo perfecto, y lo mejor, está visión superaba, ¡qué digo superaba!, no podía igualarse a las mujeres con pechos operados y sin sujetador que estaban a su alrededor.También creo que puestos a elegir más de uno/a consideraría más erótico a las segundas que a la primera, y esto si que es penoso.

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  6. interesantes reflexiones, sí señor....

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  7. Larrey, me encanta que me visites. Me gusta muchísimo tu blog. Y que encuentres interesantes mis reflexiones también.

    Javi, bueno, la elección del orden de las palabras depende de ti. Estilo propio que le dicen. Pero vamos yo siempre estoy muy cerca de la Patacona, algunas veces tomando el sol, otras no, ahora ya te digo que en tanga no.
    Hubiera cambiado mucho la escena si el tanga llega a ser de papel, creo yo.
    Esos puntos coincidentes y conscientes... Yo creo que lo que nos resulta erótico es diferente para cada uno. A veces es tan solo una forma de mirar, un movimiento, un gesto o un detalle. Toca una fibra dentro y es probable que no sepamos explicar muy bien porque nos parece tan sensual. Otra cosa diferente es lo que nos venden como erótico o más bien, abiertamente sexual como en el caso de los pechos operados que tu mencionas. Aunque no estoy realmente segura, porque acabo de recordar a un amigo que decía: ¡Coño! ¿Y a quién le importa que estén operados o no?
    Para mí la sensualidad esta en el juego, en la mirada, en la piel. No hay nada más erótico que una mirada cargada de deseo en el momento preciso. Ni nada más sensual que ese jugueteo previo de palabras, gestos, miradas, sonrisas, acercamientos... No quiero decir con eso que no me gusten esos cuerpos que se ven en la playa, con sus músculos y demás (por asemejarlo a los pechos perfectamente operados). Pero es un poco ¿Cómo lo diría? Como un cuadro que ves en una exposición. Sí, muy bonito, muy trabajado pero que no me llevaría a mi casa. Puede que prefiera algo más abstracto, con rojos violentos, negros, grises matizados en blancos rotos.

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