domingo, 21 de agosto de 2011

De orgullo, dignidades y otras cosas

Siempre he dicho que mis sensaciones se refugian en mi estómago. Suena feo, pero es así. Y más apasionado si digo en mis entrañas. También es verdad y es posible que incluso quede peor. Quizá por eso llevo toda la semana con pequeños dolores de estómago que han ido en aumento. Y ahora escribo con él. Ese dolor como si un pequeño hijo de puta estuviera clavándome un punzón en la boca del estómago.

Reflexiono sobre conversaciones que he tenido estos días y sobre las que no he tenido. Sobre el respeto que uno o en este caso, una ha de tenerse. Y como influye en los demás.

Respeto, orgullo, amor propio, dignidad. ¿Los tengo? ¿No los tengo? ¿Qué son realmente?

Son palabras, eso es evidente para cualquiera. Palabras, letras, sonidos. Sentimientos, códigos, deseos, cultura, formas de conducta. Conceptos. ¿Cuanto variarán de unos a otros? ¿Todos tenemos el mismo de cada una de esas palabras? ¿Cuánto valen? ¿Se ganan de alguna manera? ¿Si tienes determinados comportamientos te dan puntos y en un momento dado alguien aparece con un título? Ha alcanzado los puntos necesarios: Usted es digno. Merecedor del respeto de los otros.
A partir de ahora nadie tiene permiso para tomarle el pelo, engañarlo, insultarlo o despreciarlo. Si eso sucede esta usted autorizado por contrato a actuar en consecuencia. Se le sugiere diferentes posibilidades: Silencio ofendido pero digno. Alejamiento de la persona o grupo que ha demostrado su falta de respeto, aquí se puede añadir alguna de las frases que se le ocurran sobre la dignidad, por ejemplo:" si no me respetas no hablaré contigo", "esto no es digno de ti/mí". Uso de la violencia controlada para fomentar el respeto, por supuesto dependiendo de su sexo, edad y situación histórica. Puede desde lanzar un guante y retar a duelo hasta cometer un crimen pasional si se encuentra con unos cuernos impuestos que le jodan además el orgullo, el amor propio, la honra y a su mujer.

O quizá todos estos conceptos se puedan englobar en ese termino que ya lleva unos años de moda: La autoestima. El porque yo lo valgo (para algo deben servir los anuncios además de fomentar el consumismo). Pero... ¿Qué puede significar exactamente? ¿Y qué límites tiene? ¿Cuánto tengo que quererme? ¿Más o menos que a los demás? ¿Quererme a mí misma para querer a los demás? Cuanto puedo avanzar en ese camino hasta que alguien salte y me diga: eres una egoista, tu yo es lo que más quieres. Tú primero y después los demás. Y si pensamos un poco nos damos cuenta de que hay una enorme cantidad de literatura que valora justamente lo contrario: la entrega, la anulación de uno mismo por el bien de otros. La madre abnegada que sacrifica su tiempo, su identidad, sus deseos para entregarlo a sus hijos, el marido o novio o amante que lo da todo de si mismo por la mujer que ama, hasta la vida, héroes que mueren entregando su vida para salvar a un perfecto desconocido. La mujer que entrega su honra, su dignidad y su orgullo a cambio de un amor ciego y apasionado.

No puedo contestarme aún a todo esto. Conozco mi propio orgullo ¿o es amor propio? Sé más de mis debilidades que de mis puntos fuertes ¿o es esto falso orgullo? Deseo encontrar mi dignidad ¿O es miedo a vivir?

Intento ser coherente conmigo misma ¿O no es más que autojustificación?

Creo que, por lo menos durante un tiempo, dejaré que sigan siendo mis entrañas o mi estómago los que sientan que me hace daño y que me hace sentir bien. Se peleará con mi mente, mi parte más racional y seguirán (ambas partes) creando el caos, a momentos, dentro de mí. Si fuera absolutamente redicha diría algo como: no soy yo quien se recrea en la oscuridad, es la oscuridad quien lo hace en mí. Pero como no lo soy, no lo digo. Intento avanzar en la claridad y el orden pero no lo hago muy bien.








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