viernes, 13 de agosto de 2010

Dispersión

Es tarde ya y debo ducharme. Bajar a por el pan, comprar tabaco, salir al día gris que agosto nos ha regalado hoy.
Vencer la dejadez que me embarga estos días. La inapetencia en salir de esta casa que nunca quise demasiado y que ahora se ha convertido sin quererlo en más propia que nunca.
Confieso aquí que no sé bien como vivo estos días. Una amalgama de sensaciones llenan mis días. Fragmentos de acciones no terminadas. Ropa en la lavadora que olvido que he puesto y que por tanto se queda sin tender. Recojo a medias una habitación. Me encuentro entre las manos un objeto que no sé bien de donde he cogido donde pertenece. Dispersa es la palabra. Siempre me ha definido pero ahora tiene una clave diferente. Antes mis pensamientos se dispersaban en la curiosidad e interes en multitud de temas. Ahora me lleva al vacío. O el vacío me lleva a la dispersión. Me quedo en blanco, sencillamente es eso. En una conversación, cuando escribo. Siento como si tuviera ese pequeño reloj de arena con el que nos obsequia windows cuando se queda colgado permanentemente en mi cerebro. Probablemente sea así. Tengo el noventa por cien de mi alma, mi corazón y mi mente procesando lo que siento y los hechos que transcurren en mi pobre vida
Ahora sí. Voy a realizar las tareas que propuse en el encabezamiento de la entrada. Eso sí, al menos hoy he conseguido escribir.

1 comentario:

  1. Y no es un hecho menor. La dispersión también es una puerta hacia la necesidad de obedecer al instinto de no hacer, de dejar que opere el sistema límbico como suerte de piloto automático, olvidarnos del deber y sólo ser, también ese pedazo de ser que no se encuentra con sus otras partes, porque para llegar a ese punto, antes hubo una vida fragmentada en la que todo funcionaba.... a pedido o a satisfacción de otros.
    Tal vez lo que más cuesta es re-encontrarnos y saber que esos trozos que recogemos son partes nuestras que buscan su nuevo espacio, en esa nueva casa que ahora es nuestra y donde la ausencia tiene un nombre y un motivo. Que no debemos olvidar. La tentación es mala susurradora porque viene de la voz de algunos fantasmas que suponen que los tiempos pasados fueron mejor.
    Hoy pudiste escribir. Gimnasia, nos decís. Sí. Duele al principio pero luego... uno se vuelve a poner a tono.
    Cuidate más, entonces. EScribamos como quien respira tras una carrera... recuperando poco a poco el ritmo habitual que nos hace sentir seres. Y vivos. Plenamente vivos.
    Te quiero.
    Adriana

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