viernes, 13 de agosto de 2010

Incongruencias.

Lo busca de las pocas formas en que puede. Encontrarlo alivía la tensión que inconsciente pesaba sobre ella. Con los pedazos rotos de sus sueños a cuestas. Necesita saberle.
Hoy piensa mientras le lee, en que sí, merece la pena cerrar los ojos y soñar, aún cuando la realidad le haya golpeado tan duramente que le costará recuperarse.
Piensa en el extraño sueño del amor que no finaliza ni se rompe aún en las ausencias voluntarias, bruscas.

Piensa que si el corazón, que es el primero en resentirse de los golpes es un músculo tan elástico que sigue palpitando escondido mendigando esas pequeñas migas de él. Hambriento de ellas, las atesora cuando las ve. Y ruega que siga dejándolas. Por favor.

No hay odio ni rencor. Pensamientos que vuelan, palabras que ya no se pronuncian. Pequeñas historias que guardar en la mochila, de esas que ya no quiere contar a nadie.

Se arrodillaría y suplicaría por encontar una explicación. Su pobre orgullo maltratado no tiene voz en esto. Es un silencioso despojo que observa con tristeza sus acciones.

Las palabras duras también están a punto de acudir a sus dedos. Pero las silencia. Eso queda entre ambos.

Le sorprenden las lágrimas. Pensaba que no quedarían más.

Siente, como lo hace ella, en las entrañas el peso oscuro del misterio. El dolor en la boca del estómago, intenso.

Se pierde en los sueños felices y se estrella contra el maltrato sin aviso. Palabras como piedras. Palabras como caricias, palabras que viven eternamente. Las dos caras de la moneda.

El cansancio atroz rompe el mundo de los sueños. La mente intenta poner orden tras la destrucción. Se persigue sin descanso. El alma anhela una caricia, un beso. Ese abrazo...

2 comentarios:

  1. Difícil imaginarlo real, difícil allanarse al dolor sin berrinches silenciosos en los dedos, sin ese miedo atroz. Pero un día miramos atrás y es para ver.... que estamos en un punto distante de ese momento. Todo pasa. La cerveza donde apetezca, las risas y lágrimas a la orden del día. Y ese abrazo, éste nuestro, también. Cuídateme. Adri

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  2. Intento cuidarme con el miedo de que en el transcurso de recuperación de la calma descuide a los míos. Intento no acojonarme por lo que se me viene encima. Por tratar de ser digna en el arte de llorar. Ya te contaré, Adrí. Ante una clarita o una cerve sin alcohol. Pronto.

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