viernes, 6 de marzo de 2009

Hoy

Hoy siento una tristeza suave, interna que trae lágrimas a los ojos y a la que no le he puesto nombre. No quiero ponérselo. La he sentido ahí, acechante, acompañándome en mi trabajo, en mi sonrisa, en mis palabras. La he sentido, la siento muy dentro de mí. Tranquila, tristemente triste. La nostalgia hoy me vence a cada minuto que pasa, me siento abandonada, lacerada y culpable. No quiero ponerle nombre a la herida del alma. Sé de la inutilidad de los nombres, de la agonía de la espera, del dolor de la esperanza que falla. No quiero nada, no quiero sentir y sin embargo, siento. Sube a mi superficie el anhelo por aquello que no conocí, que perdí en algún lugar, que no sé bien que fue. Siento el miedo al vacío de no ser y eso es lo único que me mantiene en pie.

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