domingo, 1 de febrero de 2009

Ejercicio 1 (22-01-2009). Lágrimas

No llorar. No lloro por que si empezará no podría parar. No dejo que la humedad pase de la orilla de mis pestañas, la dejo contenida entre ambas fronteras. Abro bien los ojos para que no puedan manar y espero, espero a que se vuelvan a mi interior. No lloro por que si una lágrima consiguiera huir, fugitiva, a lo largo de mi mejilla, otras muchas desearían seguirla en su camino hacia la libertad. No lloro por que temo anegar mi cara, mi nariz, mi boca mi barbilla, mi cuello, mis pechos, mi ombligo, mi sexo, mis piernas, mis pies, en agua salada, intima, ardiente. No lloro por que no deseo que el suelo se empape, que los rincones de la habitación se llenen de agua amarga, por que no deseo que salgan por la puerta y llenen poco a poco todas las habitaciones de la casa, no lloro por que no quiero que acaben empujando contra la puerta de entrada, que se escurran por debajo, que salgan a través de la cerradura, que invadan el rellano, que se cuelen en el ascensor, que bajen las escaleras, que inunden el patio, que salgan a la calle, que discurran todas juntas buscando los planos inclinados y se filtren por la tierra de los jardines, por las juntas de las aceras, por los desagües de las carreteras, que no invadan las cloacas, que no lleguen a las tuberías generales, que no vayan a parar al mar. O aún peor, se filtren con las aguas potables y acaben diluidas en todos los grifos de todas las casas del mundo.

No lloro por que no tendría fin.

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