viernes, 20 de febrero de 2009

Ejercicio 8º : OPIO

Me preguntó cuando miro atrás que significabas para mí. Tus miradas atentas, tus palabras sabias, tus ojos en los míos… La obsesión por tu presencia, por tu olor, por el sonido de tu voz. La necesidad compulsiva de hablarte, de contarte todo, de hacerte sonreír, de describirte en palabras lo que sentía, lo que pensaba… el anhelo intenso de conocerte más y más.
La inquietud cuando no estabas, cuando me faltabas. El vacío en mi estómago, en mi pecho cuando te alejabas de mí.

El deseo interior creciente que me embargaba cuando estaba a tu lado, cuando te pensaba. El hormigueo que recorría la piel de mis brazos, el ansía de mis palmas cuando pensaba en tu cuerpo, en ti, acercándote a mi. Todo se oscurecía ante tu existencia en mi vida. La emoción intensa de verte, de mirarte, de sentirte, tocarte, saberte. Nuestros besos salvajes, precipitados, urgentes. Tus manos recorriendo todo mi cuerpo, sintiéndote en cada parte de mí.

El anhelo pulsante que crecía desde mis entrañas a mi mente, a mi sexo. El miedo intenso a perderte, a perderme. A tenerte y a no tenerte.


¿Qué eras para mí? Mi droga, mi opio, mi alma… Y ya no estás, ya no estamos. El dolor del desgarro, de la necesidad…

No hay comentarios:

Publicar un comentario